Decía Napoleón: ''Se dirá que soy papista: yo no soy nada. He sido mahometano en Egipto, seré católico aquí (en Francia), para el bien de mi pueblo. Yo no creo en las religiones.'' Pero estimaba ''una sociedad sin religión es como un barco sin brújula'' y que ''sólo la religión da al Estado un apoyo firme y duradero''. Asimismo, decía: '' Una sociedad no puede vivir sin la desigualdad de las fortunas, y la desigualdad de las fortunas no puede existir sin la religión. Cuando un hombre muere de hambre al lado de otro que vive en la abundancia, le es imposible asumir esta diferencia si no hay una autoridad que le diga: Dios lo quiere así, es necesario que haya pobres y ricos, para acto seguido, decirle que después y por la eternidad, el reparto se hará de forma distinta.'' Y por eso mismo Napoleón negoció con la Santa Sede un concordato, por el que la religión católica, no declarada oficialmente como ''religión de Estado'', es sien embargo reconocida, como la de la gran mayoría de los franceses, y por ese motivo integrada en el Estado. Y de esta forma, con gran contento de Roma, los miembros del clero pasaron a ser los agentes del poder del estado francés. El 2 de diciembre de 1804, Napoleón, emperador por la gracia de Dios, es consagrado por el Papa en Nôtre-Dame.
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