Hay algo que aunque se le repita una y mil veces los católicos integristas -que los hay a miles- nunca van a entender (o no quieren entenderlo). Lo que puede molestar de estas manifestaciones nacionalcatólicas al ciudadano pensante es que lo que buscan es obligar a los no católicos a seguir sus dictados o lo que es lo mismo: ¿alguien ha obligado a algún católico ferviente a divorciarse?, ¿alguien ha obligado a alguna católica ferviente a abortar? Mas bien yo diría que cuando se ven en la tesitura corren a divorciarse o abortar aunque eso sí, intentando esconderlo o presentar razones excepcionales para justificarlo.
No me gusta que se llame matrimonio a la unión de dos personas del mismo sexo, pero eso es sólo una opinión. Lo tengo fácil, si algún día siento instintos homosexuales, con no ”casarme” está arreglado. Nadie me obliga a casarme con otro señor.
Por el contrario, ¿cuántas veces la iglesia católica ha impuesto a sangre y fuego sus dictados? Pues resulta que ése es su procedimiento habitual. Todavía ando quitándome, como si de una mugre se tratara, los prejuicios, represiones, aberraciones, que me impusieron de niño. Y tengo 65 años.